martes, 29 de noviembre de 2011

"Celular" para un noventoso



Vos habrás sido feliz, pero eso no impide que hoy recordemos a tus tiempos como nefastos. No hace falta recurrir a la obviedad política: repudiar los infames 10 años del Carlos y su séquito de ladrones e impresentables. No, para hablar de los nefastos 90 nos alcanza con mencionar otras aberraciones como Ritmo de la Noche, el espantoso flequillo de Brandon por las calles de Beverly Hills, Julián Weich y el "desafío Pepsi", a los andróginos de Hanson cantando mmmmmbop, al Mencho rompiedo algunas redes y colgando muchas pelotas, y a los buzos de Gap traídos desde la entonces carnal yanquilandia. Un asco todo.
Pero en esta oportunidad vamos a concentrarnos en la aparición de un pequeño artefacto (no tan pequeño entonces) sin el cual, en la actualidad, muchos aseguran no poder vivir: el celular.
Entonces conocido como Movicom, el teléfono portátil irrumpió gradualmente hasta convertirse en el extremo último de nuestros brazos. Pocas publicidades tan visionarias como la que, por aquella década, aseguraba que "Mini, luego existo". Hoy, pareciera, no esitís sin tu BlackBerrie (a la que tristemente muchos se refieren como mí BB, sí, bebé).
Te acordarás, seguramente, del infradotado de José María Listorti (hasta nombre de boludo tiene) haciendo sus cámaras ocultas con uno de esos ladrillos en sus manos. Hoy, el chiste no tendría efecto, nadie se daría vuelta. Todos sabemos que es más factible que una persona hable por teléfono por la calle a que nos salude personalmente.
En ese entonces parecía que nunca nos íbamos a adaptar a, por ejemplo, estar en el colectivo y escuchar conversaciones ajenas. Pero los tiempos cambian y las costumbres también. Hoy, cualquier cosa que uno haga con su teléfono en la vía pública parece normal. De todas formas yo, que me resigno a aceptar ciertos cambios, te detallo acá algunos personajes que siguen rompiéndome las pelotas:

  • El extrovertido desvergonzado con ringtone estridente: ¿Hace falta que todo el vagón escuche la enervante canción de Lady Gaga cada vez que te llega un mensaje? Mal gusto y desfachatez, mala combinación.
  • El irrespetuoso: hace una compra en un negocio sin dejar de hablar por teléfono en ningún momento. Vergüencita ajena.
  • El irrespetuoso II: también hace la compra mientras habla por teléfono, pero dejando colgada a la persona que está al otro lado de la línea luego de un "bancame un toque". Conviene cortarle.
  • El fanático bobalicón: encuentra en nuevos equipos, planes o aplicaciones para teléfonos los únicos tópicos de conversación. Una vida por allá.
  • El amarrete: piensa que todavía sale fortunas usar el celular y habla cual telegrama para no gastar o, incluso, manda un mensaje que reza "me llamás cuando puedas". ¡Llamame vos, la concha de tu madre! 
  • El distraído: acepto la contradicción, me quejo de la dependencia pero a su vez detesto al que no atiende. "No lo escuché", "lo tenía en la cartera", "lo dejé en el auto", para qué carajo tenés un celular. Entra en el bolsillo, en el bolsillo!!!
  • El pícaro misterioso: se sienta al lado tuyo en, por ejemplo, una sala de espera y no para de sonreir solapadamente cada vez que recibe un mensaje. Me molesta más la curiosidad que el premonitorio ruido del torno que se escucha tras la puerta.
  • El analfabeto tecnológico: se compra una nave y no sabe ni ponerla en marcha. Uy, sí, vi que me llamaste, pero no entiendo ni siquiera como se atiende este teléfono. Volvé al Nokia 1100 haceme el favor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario