miércoles, 14 de diciembre de 2011

"Diciembre" para un maya profeta


¿El mundo se acaba en 2012 o no? Poco me interesa la respuesta, porque a fines prácticos, es siempre lo mismo. En nuestra época, más de 500 años después de tu desaparición, el mundo termina cada diciembre.
Dicen por ahí, los divulgadores de leyendas, los adoradores de farsas como Nostradamus y los productores de Hollywood, que vos y los tuyos eran grossos, que ningún otro pueblo de ese "nuevo mundo" tenía tanta onda para predecir el futuro como ustedes. Que se fumaban un xcolat y profetizaban las lluvias, los terremotos y la llegada de blanquitos con espejitos coloridos. Por eso, de repente, muchos panchos promulgan a viva voz que el año próximo todo se acaba, y hasta Axe utilizó dicho trascendido para armar una de sus siempre misóginas publicidades.
Pero no te pienses que ustedes son los únicos que pudieron crear este sentimiento de apocalipsis inminente en esta avanzada sociedad del siglo XXI.Ya tembló más de uno por paparruchadas similares del ya citado Nostradamus, por amenazas de algún delirante religioso y hasta hubo personajes que construyeron refugios y compraron latas de frijoles por si todo colapsaba por el Y2K cuando cambió el milenio.
Es que las sociedades humanas de esta época tienen predilección por los apocalipsis cotidianos. Y yo te juro que cada mes de diciembre, con leyenda maya dando vueltas o sin ella, el fin del mundo parece estar a la vuelta de la esquina.
Resulta completamente inexplicable por qué cuando arrancamos la hojita de noviembre del calendario entramos en una especie de psicosis que nos hace querer reunirnos a la brevedad con personas que durante los 11 meses anteriores ni siquiera nos preguntamos si seguían vivas. Terminamos gastando fortunas y arruinados de cansancio por tener un evento diferente cada noche con ex compañeros de trabajo, estudio o cursos de macramé. Todos, absolutamente todos, se quieren reunir. No importa que los planes sean chinos: mates con un grupito a la tarde, luego cena con otro, y un heladito bajativo con un tercero, todo a las corridas y mezclado. Andá a acordarte después quién era el que estaba esperando un hijo y quién pensaba cambiar de trabajo.
Por más que insistas, simpático maya, no podrás encontrar un motivo razonable para semejante estupidez. Así que desde este díscolo reducto me animo a rebelarme: quien quiera verme, que espere a enero... ¿ah nadie quiere? Matensé, ojalá se acabe el mundo.

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